- Su precio, cerca de los niveles de enero pese a las últimas caídas
- Los recortes de producción, clave para que su precio se haya disparado
- La ‘OPEP+’ por fin tiene éxito con su estrategia
A falta de poco más un trimestre para que acabe el ejercicio, el balance de rentabilidad que ofrece el barril de petróleo en 2023 se mantiene casi plano.
Los descensos acumulados en las últimas sesiones han vuelto a poner a cero el contador de un año que se puso en positivo a mediados de verano, tras encadenar varios meses de subidas. Concretamente, desde los mínimos de junio, desde donde el barril de Brent, de referencia en el Viejo Continente ha llegado a revalorizarse más de un 20% hasta rozar de nuevo los 85 dólares por unidad.
En las inmediaciones de esa cota, muy cerca de los niveles en los que dio comienzo el año, es precisamente es donde se esperan los expertos que cierre el ejercicio esta materia prima, dejando así la puerta abierta a que consiga un hito que no ha podido lograr desde que acabó la crisis financiera de Lehman Brothers en 2008, conseguir tres años consecutivos de ganancias anuales. Y es que, desde el trienio comprendido entre 2009 y 2011 no ocurría algo parecido, ni en el caso del barril de Brent ni en el de West Texas.
Sin embargo, y aún con las últimas caídas registradas desde mediados de agosto, el sentimiento de optimismo sobre la commoditie energética se ha visto reforzado. Desde Pimco ponen el foco en la economía china para confiar en su positiva evolución en los siguientes meses. Esperan que la demanda en 2023 supere el crecimiento tendencial a medida que la economía del gigante oriental siga saliendo de su política de covid-cero que finalizó el pasado mes de diciembre. “A medida que el crecimiento y los viajes se normalicen, esperamos que la gasolina y el combustible para aviones sean los principales beneficiarios, apoyando la demanda a pesar de los vientos en contra relacionados con la fabricación y el comercio mundial”, destacan.
Por el lado de la oferta, otro de los factores que destacan desde la firma de inversión californiana a favor de la evolución alcista del barril es el cambio estructural que ha supuesto “la ralentización del crecimiento de la producción de esquisto en EEUU, con las tasas de reinversión más bajas de los últimos 30 años”. Este hecho refuerza la capacidad de la OPEP para influir en los precios, defenderse de los riesgos a la baja y captar cuota de mercado.
Por eso, las recientes medidas para reducir los suministros tomadas por los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios externos, liderados por Rusia han resultado tan efectivas sobre los precios del crudo.
A pesar de que los inventarios están por debajo de la media, los inversores en el barril de petróleo se están viendo beneficiados desde junio al mantenerse el mercado de futuros en un estado de carry positivo.
Desde Bank of America buscan también en el ámbito macroeconómico razones favorables a la evolución del barril de petróleo y señalan que “los tipos de interés en máximos marcan un giro macro hacia las materias primas” y eso se deja sentir en las materias energéticas como el petróleo y el gas”. Por eso han decidido mantener su previsión de 90 dólares por barril para el Brent (ver apoyo) en 2024, “aunque eso suponga que haya que ver mayores recortes (o interrupciones) de la oferta o una demanda más fuerte“.
Las previsiones de los analistas
103 Dólares. Ese es el precio en el que los analistas de Standard Chartered creen que acabará el crudo en 2024.
Se trata de la previsión más optimista para el barril de West Texas de todo el consenso, que ve un recorrido menor al oro negro de cara al año que viene al quedarse, de media, en los 83,6 dólares.
Eso sí, las revisiones que se han realizado desde agosto son más halagüeñas y apuntan, de media, a que acabará 2024 por encima de los 91 dólares