BlackRock, el mayor gestor de activos del mundo con más de nueve billones de dólares de activos bajo gestión, anunció este lunes que Amin H. Nasser, presidente y director ejecutivo de la petrolera estatal saudí Aramco, la más grande del mundo, ha sido designado como miembro del consejo de administración de la compañía. Aunque Nasser se une al máximo órgano de la gestora en calidad de “independiente”, su llegada puede desatar una tormenta tanto en el frente político -las relaciones entre EEUU y Arabia Saudí no están en su mejor momento- como en el inversor -este movimiento de BlackRock contraviene sus pasos hacia un mayor compromiso en criterios de gobierno ambiental, social y corporativo (ESG)-.
El consejo de administración de BlackRock está compuesto por 17 personas, de las cuales 15 son independientes, y Naser lo integrará una vez que Bader M. Alsaad, director general y presidente del kuwaití Fondo Árabe para el Desarrollo Económico y Social abandone su asiento, que ocupa desde 2019. Alsaad cumplirá el resto de su mandato este año y no se presentará a la reelección para la junta en 2024.
“La distinguida carrera de Amin en Aramco, que abarca más de cuatro décadas, le da una perspectiva única sobre muchas de las cuestiones clave a las que se enfrentan nuestra empresa y nuestros clientes”, defiende el presidente y consejero delegado de BlackRock, Larry Fink, en el comunicado emitido el lunes. Nasser, vinculado a Aramco desde 1982, ha dirigido el mayor productor de petróleo del mundo desde 2015, incluyendo la supervisión de su salida a bolsa en la que fue la oferta pública inicial más grande de la historia.
En el comunicado, BlackRock destaca que la presencia de Nasser aportará al consejo de la gestora su perspectiva como máximo ejecutivo de una empresa en el centro de algunas de las tendencias comerciales más importantes a nivel mundial. Asimismo, la nota subrayaba que este nombramiento refleja “la importancia de Oriente Medio para la estrategia a largo plazo de la empresa”. Fink también ha querido subrayar que “su experiencia en liderazgo, su conocimiento de la industria energética mundial y de los motores del cambio hacia una economía baja en carbono, así como su conocimiento de la región de Oriente Medio, contribuirán de forma significativa al diálogo del Consejo de Administración BlackRock”.
Otro argumento a favor del fichaje, ponen en valor desde la gestora, es que el ejecutivo árabe ha establecido a Aramco como líder en la transición energética global, invirtiendo en tecnologías de vanguardia para abordar el desafío de equilibrar la seguridad energética y la sostenibilidad, después de que en 2021, bajo el liderazgo de Nasser, Aramco anunciara su ambición de alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero de Alcance 1 y Alcance 2 en todos sus activos de propiedad total y operados para 2050.
Sin embargo, todos estos elogios no evitarán que el nombramiento sea discutido. BlackRock y Fink han sido repetidamente criticados por ambos lados de la división política sobre la inversión ESG después de promover la estrategia como una forma de ayudar a la economía mundial a responder al cambio climático. Los defensores del medio ambiente han criticado a la empresa por seguir inyectando capital en la industria de los combustibles fósiles, mientras que algunos miembros del Partido Republicano han acusado a la firma de vender una agenda “woke” que, según ellos, está reñida con el capitalismo estadounidense.
El vasto currículum de Nasser y su extensa hoja de servicios no esconden algunos ‘puntos negros’ que se empiezan a rescatar ahora. En ocasiones, el saudí ha discrepado con el movimiento ESG, advirtiendo en febrero de que una mayor atención a las métricas medioambientales, sociales y de gobernanza estaba socavando la inversión en petróleo y gas hasta el punto de suponer una amenaza para la seguridad energética mundial. “Estas políticas tienen un sesgo automático en contra de todos y cada uno de los proyectos de energía convencional y darán lugar a una falta de inversión con graves consecuencias para la economía mundial”, dijo ante inversores reunidos en Riad.
En la variante más geopolítica, el fichaje tiene lugar después de que la Administración estadounidense haya tenido choques con el reino saudí por el suministro del petróleo. El régimen comandado de facto por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán ha auspiciado sucesivos recortes en la producción de crudo haciendo valer su papel destacado dentro de la OPEP+ (Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus socios) en busca de una sujección de los precios. Los intentos de la Administración Biden de parar estos recortes buscando que la inflación aflojase en 2022 fueron infructuosos.
Las buenas relaciones ya se habían agriado después del asesinato del periodista y activista Jamal Khashoggi por parte de agentes saudíes en 2018. La condena internacional suscitó una violenta reacción empresarial que ha amainado en buena medida. Sin embargo, para algunos estadounidenses la herida sigue abierta. Aunque en la campaña para las presidenciales de 2020 Biden prometió convertir a Arabia Saudí en un “Estado paria”, el pasado noviembre EEUU concedió la inmunidad total al príncipe Bin Salmán en el caso abierto en el país por el asesinato del periodista. En medio de este vaivén en las relaciones diplomáticas, el movimiento de BlackRock puede hacer de chispa.
Es “un movimiento muy astuto”, valora Sasja Beslik, director de inversiones de NextGen ESG en Japón. La entrada de Nasser en el consejo de BlackRock “señala en parte que necesitamos petróleo y gas en la mesa si queremos que esta transición funcione”, expone a Bloomberg. Pero la medida también “protege a BlackRock de los buitres que cuestionan su postura pública sobre ESG, que en la práctica nunca fue dura”.
El nombramiento “plantea una cuestión interesante”, completa Ulf Erlandsson, consejero delegado del Instituto de Renta Fija Anthropocene. “¿Cómo deberían ver los clientes que excluyen a Aramco de sus carteras de inversión el hecho de que Aramco se esté convirtiendo en una voz aún más importante en la provisión de servicios?”, se pregunta. Existe el riesgo de que “esta medida provoque cierto malestar entre los clientes“, que es “la otra cara de la moneda del fuego anti-ESG que BlackRock ha sufrido en EEUU”, responde Erlandsson.
Choque con Nueva York
Uno de los primeros efectos de esta maniobra de Fink y los suyos se ha visto con los planes de pensiones de la ciudad de Nueva York. El interventor de la ciudad, Brad Lander, ha criticado abiertamente a BlackRock, su mayor gestor de dinero externo, por el mensaje que envía fichando al hombre fuerte de Aramco: “BlackRock ha declarado claramente que el riesgo climático es un riesgo de inversión, pero los hechos hablan más que las palabras”. “En un momento en que las instituciones financieras necesitan adoptar un enfoque colectivo para hacer frente a los riesgos financieros del cambio climático, los accionistas de BlackRock esperan directores competentes en materia climática, no conflictivos con el clima”, hace énfasis Lander en una nota enviada a la prensa.
Los planes de pensiones de Nueva York supervisan unos 250.000 millones de dólares y fueron de los primeros en EEUU en fijar objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en sus inversiones. Lander dijo el año pasado que BlackRock se había retractado de algunos de sus compromisos climáticos y, como resultado, el plan de pensiones de la ciudad de Nueva York había mantenido conversaciones con la empresa, diciendo que no podía cumplir sus propios objetivos de emisiones si sus gestores de dinero no cumplían los suyos.
BlackRock administraba en abril alrededor de 54.600 millones de dólares para los cinco planes de pensiones de la ciudad de Nueva York, de los cuales 42.900 millones fueron para los tres fondos de pensiones que establecieron metas de cero emisiones netas, informa la oficina del interventor. La otra cara puede verse en otras partes de la geografía estadounidense. La llegada de Nasser podría contribuir a apaciguar a los partidarios del petróleo en estados como Texas, que han presionado a los fondos públicos para que retiren su dinero de BlackRock.
Más allá de la controversia, la gestora de Fink sigue mostrando su músculo en cada cuenta de resultados. BlackRock cerró el segundo trimestre del año con un beneficio neto atribuido de 1.366 millones de dólares, lo que equivale a un avance del 26,8% en comparación con el mismo periodo de 2022. Al cierre del segundo trimestre, los activos bajo gestión de BlackRock ascendían a 9,42 billones de dólares, una cifra que supone un incremento del 11% respecto de los 8,48 billones de dólares de hace un año y del 3,6% respecto de los 9,09 billones de dólares del primer trimestre de 2023.